LA FUNDACIÓN CULTURAL "ARCOÍRIS DEL SUR" ES UN PROYECTO QUE HA VENIDO SURGIENDO DEL CALOR DE DÍA A DÍA DE UNA DECENA DE CULTORES, CANTORES, POETAS, MÚSICOS, AGRUPACIONES CULTURALES, PROFESORES, FOTÓGRAFOS Y COMUNIDAD QUE SE HAN AVOCADO EN IMPULSAR LA REVOLUCIÓN CULTURAL.

miércoles, 20 de octubre de 2010

POESÍA y CANTO

EL FRENESÍ DE LA PALABRA DESDE LO MAS ALTO


En tiempos de Pérez Jiménez hubiese sido imposible imaginarse, que un carajito criado en el barrio El Amparo de Catia entrara en el Gran Salón del hotel Humbolt allá arribota en lo último del Guaraira Repano, donde antes llegaban unos catires con los pantalones cortos y un pelo tan amarillo como si fuera el reflejo del sol saliendo de lo mas alto del cerro.


Es que conocí al Guaraira cuando yo era limpia botas como miguel Vicente y todo allá arriba era nuevo para los venezolanos que le tenían miedo a la lata de sardinas subiendo amarrada por unos cables hasta el copito de la montaña.


En esos tiempos, recuerdo que era imposible que un muchacho anduviera solo, sin su representante por esas alturas, sin embargo me les colé a los agentes pasando con un grupo de personas que se hicieron mis cómplices y pá arriba…


Hoy conocí ese Gran salón después de mas de cincuenta años queriendo conocer el secreto de sus rincones y las razones que tenían en aquellos tiempos para no permitir que las personas pobres entraran en esto que es bien bonito, pero que no tiene nada de espectacular que hiele la sangre de asombro.


Pero es que lo conocí precisamente en el momento exacto en que mi querido amigo Oscar Rodríguez, esperaba su turno para conquistar la atención de las personas en una especie de Frenesí poético al cual estaba invitado en el marco del Festival del Libro Usado patrocinado por Fundarte.


Allí, en ese momento fue que me di cuenta que los perezjimenistas, al igual que los adecos no tenían en su alma la ternura para entender que aquellos rincones eran el espacio más preciado para leer la poesía de una generación de seres que se amanecen con el socialismo en el mismo sitio donde los catires de antes tienen que ligarse ahora con los carajitos de la calle sin importar si vienen del barrio el Amparo o del Country Club.


El olor a poesía traspasaba los sudores de un ambiente lleno de muchas expectativas, mi Amigo Oscar sacó de la manga de su talento una excusable partitura poética y escritos pequeños que mal llamó poesía en forma de despecho… ¡vaya despecho!


Así comenzó el frenesí del fin de semana, entre libros y poetas, entre los recuerdos de mi infancia voladora y mi caja de limpiar zapatos que nunca la pudieron detener los adultos más allá de orden social impuesto por las normas que ellos inventaron para detenerles el tiempo a los niños.


Esta vez no subí solo a saciar mis ganas de entrar a lo prohibido, mi negrita formó la parte más importante de mi aventura por los espacio bonitos del viejo Hotel Humbolt, una estructura que le ha estorbado a todos los gobiernos que ha logrado llegar al cerro mas emblemático de la Caracas repaniana y socialista de hoy.

Al otro día, otra vez la excusa de buscar a mi negra, una poetada nos sorprendió a todos, porque sin previo aviso se adueñaron de aquel espacio perezjimenista, los señores de la palabra actualizada vinculada con la inspiración de la poesía informal de lo posible…

Aquello se hizo poesía y los poetas se hicieron tarde y paisaje y desfilaron cada quién con su carga de palabras y desde cada sitio de la cola se oyeron las voces de Negel Machado aperturando un carnaval de cosas breves y rematando su espacio con un OWAMA casi clandestino que nadie le quiere reconocer su dudoso premio Nobel, aunque si se le reconoció su alianza con las guerras mas prolongadas, en un encanto donde la décima nuestra sabe manejar Negel con la sabiduría del poeta popular.

El poeta Ángel Malavé y Luís Darío Pinilla ese abogado que se perdió en la universidad y salió ahogado en un pergamino de la facultad de derecho de esa universidad donde los tropiezos salen caros.

José Javier Sánchez y Luís Ernesto Gómez , dos poetas más que estaban en espera de hacer uso de la magia de sus palabras para encantarnos con las sutilezas urbanas de la metáfora salida de las tardes de cola y de los apretujones en el Metro en sus horas pico de siempre.

Hasta Máximo Escobar evocó dos canciones oportunas en un auditorio que se dejó colonizar por la arquitectura de un viejo edificio que era joven cuando yo era apenas un carajito de pantalones cortos y alpargatas de guaral.

Luego llegó Selenia Arreaza y Gladis la canta-cuentos, la primera, una poeta crecida en las madrugadas de todas las mañanas y la segunda una mujer menuda acostumbrada a lidiar con lo hijos ajenos desde su propia poesía de los muñecos y las cosas que le exige ese pequeño espacio donde la creatividad es el pan nuestro de cada día.


Entre poetas y libros transcurrió esa extraña semana donde lo prohibido me marcó el presente y donde en compañía de mi negra rememoré lo importante que fue mi infancia a pesar de que Pérez Jiménez no oía poesía ni leía libros usados para matar la ignorancia de estar vivo.

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